sábado, 13 de diciembre de 2008

Frio y duro invierno

Era una fría tarde de diciembre, en el centro de Madrid. El sol se escondía entre dos nubes que para mí tenían forma de animales de dudosa procedencia. El frío hacía que mi nariz tomase color de fresa madura. Solamente me apetecía tomarme un café caliente, un café del que saliese un humo, como chimenea de fábrica en pleno funcionamiento. Mi cartera estaba vacía, solamente sonaban al abrirla monedas de céntimos, con las que ahora mismo poco puedes compra, necesitaba un socorrido cajero.
A pocos metros de donde me encontraba había uno, con los cristales rotos, para mi, una salvación si quería tomarme ese café tan deseado. Pero para algunas persona su casa. Dentro y tapado con unos cartones yacía inerte un hombre, de una edad incierta. Tendría unos 50 años. Esta apreciación es difícil, el indigente aparenta una edad mucho mayor de la que tiene.
Cuando yo me acerco a el, se despierta sobresaltado, con miedo. Yo le pregunto que le pasa y solo atina a decirme palabras sin sentido. La botella de vino, medio llena para mi pero medio vacía para el, me dice que esta persona quiere olvidar.
La crisis no nos toca a todos por igual y hablando con este tipo de personas te das cuenta de que la vida te puede cambiar en unos meses. Este hombre, José Manuel Barranco, así se llamaba. Quería hablar, necesitaba hablar con alguien. Yo le inspiraba confianza y me contó como llego a esta situación. Era el jefe de administración de una multinacional de origen Francés, le iba bien en la vida. Pero todo le cambio cuando se aficiono a jugar una monedas en las maquinas recreativas, esto le llevo a beber y todo desencadeno en su separación. En tres meses se vio en la calle sin ningún lugar donde dormir. Hacia un años que no veía a sus dos hijos, un juez se lo prohibió. Le di el dinero suficiente para que ese día pudiese comer caliente y me fui de aquel cajero con el corazón en un puño y pensando que a todos nos puede tocar.
La vida es dura, como piedra caliza. No podemos pensar en el mañana, hay que vivir el día a día y no pensar que vamos a hacer dentro de una semana.

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